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Articulo de José M. Garcés Constante

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Ha sido a través de un trabajo de Manuel Gómez de Valenzuela publicado por el instituto Fernando el Católico de la Diputación de Zaragoza y titulado “las iglesias románicas de Montañana, en Ribagorza”, en el que hemos visto la primera descripción completa y detallada de este conjunto monumental aragonés.

De él se escribe Gómez de Valenzuela “El lugar presenta un cuadro inolvidable: asentado a las faldas de un promontorio cortado a pico en tres de sus lados, su caserío trepa por la dependiente oriental a los lados dos barrancos uno de ellos atravesado por un bello puente de nogales chopos y arbustos”.

Las dos iglesias románicas Nuestra Sra. de Baldos la parroquial y la ermita de San Juan no son los únicos edificios medievales del pueblo, ya que, en torno al primero, se ven restos de tres torreones, dos cilíndricos y uno cuadrado en avanzado estado de ruina. Son el tipo usual en la Edad Media, a base de gruesos muros, ventanas aspilleras y puerta en el tercer piso, los que nos revelan la sensación de inseguridad que se respiraba por aquello pagos en aquella época turbulenta

A partir de aquí, Gómez de Valenzuela se lanza a hacer un estudio exhaustivo concienzudo y lamentable técnico sobre la arquitectura y elementos decorativos de ambos edificios y del que vamos a tratar de hacer un somero resumen

Pero antes de tocar la parte artística es obligatorio reproducir lo que Guinart Aparicio escribió sobre Montañana en su obra los “Castillos de Aragón” “Como compensación al silencio de la historia contamos con el “documento pétreo “del acostumbrado binomio castillo e iglesia románicas; el caserío alto de Montañana es de extraordinario tipismo; en su cima hay una plataforma en forma de sartén, en el extremo de cuyo “mango“se eleva la torre al borde del precipicio”.

Dice Cristóbal Guinart que todo este interesantísimo conjunto “estuvo encerrado en una cerca que conserva su puerta única de arcos semicircular con dovelas”.

Podemos, pues juzgar a Montañana, termina diciendo este tratadista del arte constructivo militar aragonés, “como un pequeño conjunto fortificado, prácticamente desconocido” también Cardús Llanas le ha dedicado alguno de sus comentarios semanales. Pero poco más se han merecido, por lo que se ve está vieja villa altoaragonesa.

Siguiendo de nuevo, a Manuel Gómez de Valenzuela, podemos saber que el tipo de planta de la iglesia alta es de notable similitud con la de Chalamera, dice él ;como es el tipo de aparejo en forma de grandes sillares y, sobre todo, la decoración en principio de la portada de la parroquia que “forma un conjunto de sorprendente belleza y monumentalida¨. Y así dice este tratadista de arte” es indudable que la portada se dé Montañana fue construida siguiendo un plan y iconográfico muy cluiacense, inteligente y exactamente desarrollado por el escultor; la presentación del pecado a la izquierda y la redención a la derecha, presidido por el Cristo en Majestad en el tímpano central”.Y  completa al comentario, “la composición de esta serie iconográfica es única en todo el románico aragonés siendo el escultor ribagorzano, “un artista notable de saber dotar a las figuras de una seria expresión y aprovecha los recursos para para que le ofrecen las escenas para sacar el máximo partido de ellas”.

De la ermita de San Juan, en las afueras del pueblo y a orillas del torrente que lleva su nombre dice que “ignoró cual pudo ser su destino primitivo, aunque Canellas la cita como eremitorio de poca importancia dentro de la comarca de la ribagorzana”.

También la describe con detalle y se recrea, igualmente en la portada abierta en la fachada oeste. Ermita su trabajo diciendo que “San Juan de Montañana es fechable hacia mil ciento treinta y es obra del mismo grupo de escultores y arquitectos que tolba otra notable iglesia alto aragonesa y que está relacionada con esculturas rosellonesas y catalanas, además de acusar, también la influencia jaquesa”.

Sólo hemos pretendido, con la crudeza de la real, mostrar uno de los conjuntos uno de los puntos más insensibles actualmente de la problemática aragonesa y más concretamente de una amplia área de la provincia oscense, al no contar aquí con el patronazgo total eliminando el mismo toda forma de poder que no emana del propio Aragón, sobre todo en aquello tanto de matiz artístico como histórico e incluso pastoral que pueda suponer una pérdida irreparable de nuestro legado monumental y disminuya en cualquier otro campo de nuestra actividad social, la imagen de un Aragón uno en cuerpo y trino en voluntades.